A 20’ del final, La Sinfónica perdía injustamente 0 -4 frente a Iveco. Canteli, quien había tenido un flojo PT y no convertía desde el año pasado, reingresó, clavó dos y ayudó para que el celeste resucite un partido que estaba liquidado. En la última jugada, Herrera la colgó de un ángulo para el agónico 4 a 4 y llegar entonado al clásico con Pochoclo.
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. (Jn 11, 1-44)
Sin el sudario, pero con sus vendas y rostros cansados de tanto luchar, Federico El Pájaro Canteli y los otros nueve inmortales que defendieron el último sábado la camiseta de La Sinfónica, abandonaron el campo de juego, inmersos en abrazos y felicitaciones, luego de haber resucitado de un 0 - 4 que parecía letal. Parecía. Sólo puede parecer un resultado adverso ante este equipo de hombres que no bajan sus brazos ante la adversidad y demostró que con ellos, la extrema unción es una pérdida de tiempo.
La Furia Fernández pisa el área, queda mano y mano y el arquero se queda con la pelota. La misma redonda de cuero, que diez segundos después, se desvíaba en Facu March y se metía por detrás de Fabi Nehme, el juvenil que reemplazó a Alvarez Pizzo y que ya sabía lo que era vestir este buzo. Uno a cero. Así de simple y así de desafortunado, lasinfo caía en el inicio del partido. A partir de allí, todo fue celeste. Las llegadas, la pelota, el dominio y el protagonismo de un partido que clamaba por un empate de los nuestros pero que nunca llegaría en ese PT. Casal "explotaba la banda derecha" tal como lo habían conversado con Herrera, quien se repartió la mitad de cancha con Torres, y fue la manija del equipo durante todo el match. Arriba, Canteli y Fernández no lograban concretar las chances que tenían. Todos erraban, todos erraron. Torres lo tuvo dos veces de cabeza, Fernández en un par de mano a mano, Casal desperdició un par bien cerquita del uno rival y Canteli, perdido e impreciso no encontraba su lugar. Molesto consigo mismo, el goleador histórico se iba reemplazado por Ferder en esa primera mitad. Su protagonismo vendría recién en el ST. Impericia propia y mala fortuna confulaban para la derrota parcial del celeste.
Segunda mitad, tiempo para los recambios. Anziano a la cancha en reemplazo de Casal, una de las figuras hasta allí, y enseguida nomás, Agejas reemplazaba a Facu March. Descontrol, desconcentración. Vaya a saber uno qué ocurrió en esos diez minutos fatales del ST, donde los goles de Iveco se repitieron uno tras otro sin reacción alguna de los nuestros, haciendo que el marcador refleje un 0 - 4 que se clavaba como un puñal, que dolía, que ensanchaba una herida que se había abierto la fecha anterior frente a La Disidente. Estos (otros) cuatro goles le echaban sal a esa cicatriz, derramando la sangre caliente que supo demostrar tener este equipo en los últimos 20'. Sí, en sólo veinte minutos La Sinfónica demostró tener sangre, corazón y cualquier otra parte del cuerpo que equivalga a la palabra esfuerzo. Le habían tocado el orgullo, y La Sinfónica se enojó. Lo habían declarado muerto, y La Sinfónica resucitó. Federico El Pájaro Canteli había reingresado con el match 0 - 3. Tan gris era la tarde del goleador, que un error suyo permitió el cuarto gol de Iveco. Como si fuese necesario tocar el fondo mas profundo de las tinieblas para enojarse y volver a ser el goleador que supo ser, Canteli resurgió y le dio una nueva vida a La Sinfónica. Anziano descontaba, tras una buena jugada de Fernández y Ferder. Tres minutos después, Canteli volvía al gol después de tanto tiempo para achicar aun más la diferencia y demostrar que ni él ni La Sinfónica estaban muertos. Por lo menos demostraba que para matar a este equipo se necesitan más de cuatro puñaladas, más de un cargador se deberá usar para quitarle la vida. "Todavía tiene pulso" se esperanzaba el médico. A la cancha Casal, quien había sido la figura en el primer tiempo. Y otra vez El Pájaro Canteli. Esta vez con golazo como nos tenía acostumbrados, tras una buena combinación con Casal y Fernández, la clavó en un ángulo para ya no sólo tener pulso, sino que para empezar a mover los dedos y abrir lentamente los ojos. Había vuelto el goleador, por lo menos para regalarle minutos de esperanza a un equipo que "decían", estaba muerto. Pero faltaba más. Faltaba la cuota del hombre de los goles importantes y agónicos. En el recuerdo quedarán los dos frente a Ultimatum de tiro libre para remontar un 1 - 3 que terminó siendo clave para obtener el título, o el cabezazo frente a La Mandarina Mecánica para quebrar el empate a 2' del final. El del sábado se sumará a esa lista de goles que le sacan una sonrisa hasta a un Santo Biasatti con dolor de cabeza. Tiro libre cuando restaban segundos. El de Catamarca que había tenido un partido impecable pidió la pelota, la acomodó a su gusto y la dejó colgada de un ángulo para sellar una remontada histórica y desatar el festejo. La Sinfónica empataba y el partido llegaba a su fin.
Un empate con sabor a triunfo. Un empate que pasa a ser una anécdota y donde el verdadero significado será el buen juego desarrollado y por sobre todo la actitud que se mostró, tras un 0 a 4 en contra y con el reloj como un odioso enemigo. Seguramente habrán cosas para corregir, como los 8 goles recibidos en dos partidos o como el segundo partido consecutivo en el que se arranca perdiendo y por diferencia de tres o más goles. Pero como dicen los sabios de este deporte, jugando así se ganarán más partidos de los que se perderán o empatarán. Jugando así o con la actitud mostrada el sábado. Actitud para sobreponerse a la adversidad, para nunca bajar los brazos, donde todos tiraron para el mismo lado y donde cada uno supo tácitamente que hasta que el reloj no maracara los 35', había que seguir corriendo, demostrando que La Sinfónica nunca muere o como se dijo, se necesita dispararle varias veces para dejarla sin vida. Dieron por muerta a La Sinfónica y se equivocaron. Dijeron que su goleador El Pájaro Canteli también estaba muerto y también se equivocaron. Padre, perdónalos... porque no saben lo que hicieron. Amén.
FIN.
El partido en números
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. (Jn 11, 1-44)

La Furia Fernández pisa el área, queda mano y mano y el arquero se queda con la pelota. La misma redonda de cuero, que diez segundos después, se desvíaba en Facu March y se metía por detrás de Fabi Nehme, el juvenil que reemplazó a Alvarez Pizzo y que ya sabía lo que era vestir este buzo. Uno a cero. Así de simple y así de desafortunado, lasinfo caía en el inicio del partido. A partir de allí, todo fue celeste. Las llegadas, la pelota, el dominio y el protagonismo de un partido que clamaba por un empate de los nuestros pero que nunca llegaría en ese PT. Casal "explotaba la banda derecha" tal como lo habían conversado con Herrera, quien se repartió la mitad de cancha con Torres, y fue la manija del equipo durante todo el match. Arriba, Canteli y Fernández no lograban concretar las chances que tenían. Todos erraban, todos erraron. Torres lo tuvo dos veces de cabeza, Fernández en un par de mano a mano, Casal desperdició un par bien cerquita del uno rival y Canteli, perdido e impreciso no encontraba su lugar. Molesto consigo mismo, el goleador histórico se iba reemplazado por Ferder en esa primera mitad. Su protagonismo vendría recién en el ST. Impericia propia y mala fortuna confulaban para la derrota parcial del celeste.
Segunda mitad, tiempo para los recambios. Anziano a la cancha en reemplazo de Casal, una de las figuras hasta allí, y enseguida nomás, Agejas reemplazaba a Facu March. Descontrol, desconcentración. Vaya a saber uno qué ocurrió en esos diez minutos fatales del ST, donde los goles de Iveco se repitieron uno tras otro sin reacción alguna de los nuestros, haciendo que el marcador refleje un 0 - 4 que se clavaba como un puñal, que dolía, que ensanchaba una herida que se había abierto la fecha anterior frente a La Disidente. Estos (otros) cuatro goles le echaban sal a esa cicatriz, derramando la sangre caliente que supo demostrar tener este equipo en los últimos 20'. Sí, en sólo veinte minutos La Sinfónica demostró tener sangre, corazón y cualquier otra parte del cuerpo que equivalga a la palabra esfuerzo. Le habían tocado el orgullo, y La Sinfónica se enojó. Lo habían declarado muerto, y La Sinfónica resucitó. Federico El Pájaro Canteli había reingresado con el match 0 - 3. Tan gris era la tarde del goleador, que un error suyo permitió el cuarto gol de Iveco. Como si fuese necesario tocar el fondo mas profundo de las tinieblas para enojarse y volver a ser el goleador que supo ser, Canteli resurgió y le dio una nueva vida a La Sinfónica. Anziano descontaba, tras una buena jugada de Fernández y Ferder. Tres minutos después, Canteli volvía al gol después de tanto tiempo para achicar aun más la diferencia y demostrar que ni él ni La Sinfónica estaban muertos. Por lo menos demostraba que para matar a este equipo se necesitan más de cuatro puñaladas, más de un cargador se deberá usar para quitarle la vida. "Todavía tiene pulso" se esperanzaba el médico. A la cancha Casal, quien había sido la figura en el primer tiempo. Y otra vez El Pájaro Canteli. Esta vez con golazo como nos tenía acostumbrados, tras una buena combinación con Casal y Fernández, la clavó en un ángulo para ya no sólo tener pulso, sino que para empezar a mover los dedos y abrir lentamente los ojos. Había vuelto el goleador, por lo menos para regalarle minutos de esperanza a un equipo que "decían", estaba muerto. Pero faltaba más. Faltaba la cuota del hombre de los goles importantes y agónicos. En el recuerdo quedarán los dos frente a Ultimatum de tiro libre para remontar un 1 - 3 que terminó siendo clave para obtener el título, o el cabezazo frente a La Mandarina Mecánica para quebrar el empate a 2' del final. El del sábado se sumará a esa lista de goles que le sacan una sonrisa hasta a un Santo Biasatti con dolor de cabeza. Tiro libre cuando restaban segundos. El de Catamarca que había tenido un partido impecable pidió la pelota, la acomodó a su gusto y la dejó colgada de un ángulo para sellar una remontada histórica y desatar el festejo. La Sinfónica empataba y el partido llegaba a su fin.
Un empate con sabor a triunfo. Un empate que pasa a ser una anécdota y donde el verdadero significado será el buen juego desarrollado y por sobre todo la actitud que se mostró, tras un 0 a 4 en contra y con el reloj como un odioso enemigo. Seguramente habrán cosas para corregir, como los 8 goles recibidos en dos partidos o como el segundo partido consecutivo en el que se arranca perdiendo y por diferencia de tres o más goles. Pero como dicen los sabios de este deporte, jugando así se ganarán más partidos de los que se perderán o empatarán. Jugando así o con la actitud mostrada el sábado. Actitud para sobreponerse a la adversidad, para nunca bajar los brazos, donde todos tiraron para el mismo lado y donde cada uno supo tácitamente que hasta que el reloj no maracara los 35', había que seguir corriendo, demostrando que La Sinfónica nunca muere o como se dijo, se necesita dispararle varias veces para dejarla sin vida. Dieron por muerta a La Sinfónica y se equivocaron. Dijeron que su goleador El Pájaro Canteli también estaba muerto y también se equivocaron. Padre, perdónalos... porque no saben lo que hicieron. Amén.
FIN.
El partido en números
2 comentarios:
Excelente redaccion wallace, me pongo de pie y te aplaudo!
Un arquero que se come 4 es un papelon, volve Alvarez Pizzo el arquero de la sinfo te necesita.
Muy lindo el empate pero empiezen a ganar por que si no va a empezar el quilombo.
Atte.
La banda del Cid
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