La interna se recrudeció

Parece que esta semana nos debemos resignar a contar todas pálidas. La Sinfónica no pasa un buen momento ni en el campeonato, ni dentro de la cancha, y ahora ni en las tribunas. Se agrega así otro dolor de cabeza, pero esta vez, detrás del alambrado. Tal como ocurrió el domingo en el Palacio Tomás A. Ducó con la barrabrava de Huracán y como para cantar Bingo! con tantas pálidas, el sábado por la tarde se recrudeció la interna en la Banda del Cid, algo que viene desde hace un tiempo pero que en el último partido frente a Tendencia tuvo un nuevo capítulo. Repasemos: la barrabrava de La Sinfónica está dividida en dos facciones: por un lado el grupo que comandan Hernán El Rafa González y Diego El Rulo Orden, junto al Palomo De Carli y El Pendejo Agejas. Estos cuatro, a mediados de 2008 habían echado literalmente de la barra a Santiago El Mono Fernández por motivos internos, de dinero y de traiciones, por lo que Fernández decidió alejarse de la barra por un tiempo. A partir de allí, no se lo vió más por la popular de La Sinfónica, aunque prometió volver. Las malas lenguas cuentan que Fernández, ni lento ni perezoso, consiguió un apoyo político de peso para contar con el poder necesario y recuperar el paraavalancha. Sabido es que Fernández es propietario de varios restaurantes de la zona céntrica de Buenos Aires y otros por la zona sur del conurbano bonaerense, por lo que frecuenta a muchos gremialistas gastronómicos liderados por el polémico Luis Barrionuevo, quienes no dudaron en apoyarlo con dinero y con gente de confianza para custodiarlo. Al apoyo gremial, sumó también el apoyo interno dentro del club. Por un lado, el que se sumó a la facción de Fernández es el mismísimo Emilio el Chango Herrera, quien debutara en el club hace poco tiempo, pero que tras su lesión en la rodilla, se recluyó al paraavalancha dado su conocido fanatismo por el club. Nada mejor que alentar al equipo de sus amores desde la misma barrabrava por lo que tampoco dudó en armar la alianza con Fernández. Herrera aclaró que no dejará el fútbol pero que mientras dure su recuperación él no se bajará del paraavalancha. A eso, se suma el apoyo que tiene Herrera en la provincia de Catamarca, por lo que reclutó a muchos punteros y amigotes de aquella provincia para sumarlos como laderos. Por el otro lado, Fernández también movió piezas dentro del club. Para ello recurrió nada menos que al Presidente del club celeste, el odontólogo Don Federico Cacciacane. Rápidamente las autoridades del club y el mismo presidente se encargaron de salir a desmentir estas versiones y hasta Cacciacane afirmó que "no conoce a los violentos" en una entrevista exclusiva que le dió al blog la semana pasada. Más allá de las desmentidas oficiales, el rumor es fuerte y quedó plasmado el sábado. Para sorpresa de propios y extraños, minutos antes del kick-off inicial aparecieron banderas extrañas detrás del arco y algún que otro tumulto y escaramuzas aisladas, algo que la gente y los hinchas comunes reprobaron con silbidos. La voz del estadio también se hizo eco de la situación, y anunciaba por los altoparlantes "... que La Sinfónica debía ser una fiesta dentro y fuera de la cancha." Algunas de las banderas que colgaban del alambrado rezaban "Volvimos para quedarnos. Katzumoto.", "A todos los traidores los vamos a matar. Escuchááá." y "Esto no es moco de pavo". A los pocos minutos de comenzado el partido, ingresaron a la popular 200 barras, liderados por Emilio Herrera y el Mono Fernández, donde ambos eran llevados en andas al son de "Mamadera, Mamadera/ahora es la banda/del Monito y Chango Herrera." Tras la entrada "triunfal", ocuparon el lugar central de la tribuna y manejaron a su antojo las operaciones dentro de la barra y se encargaron de los hits que sonaron durante el transcurso del partido: "Atención, atención, atención, atención/volvimo' a la tribuna y nos quedamo' en el tablón" o "Esta es la banda del Chango/se la aguanta de verdad/y el que tenga alguna duda/que nos vengan a buscar". Tras finalizar el partido se retiraron cada uno en sus autos, sin protagonizar ningún hecho de violencia. A la historia le faltaba un capítulo que la policía se encargó de completar. Según las fuentes policiales, confirmaron que dos horas antes del partido hubieron encontronazos en la zona de Caballito entre las dos facciones de la barra, donde testigos aseguraron ver a cinco masculinos, entre ellos un desquiciado Herrera, realizar disparos de armas de fuego desde un Peugeot descapotable color verde, circulando a gran velocidad por la avenida Díaz Velez. Los destinatarios de esos disparos eran El Palomo De Carli y El Rulo Orden, quienes se dirigían con otros 100 hinchas hacia el partido. Tras este encontronazo, estos últimos desistieron de concurrir, por lo que puertas adentro de las dos facciones y según los códigos de los barras se considera lo del sábado como un triunfo para la banda de Fernández y Herrera quienes recuperaron el paraavalancha. No se pudo confirmar heridos como resultado de los disparos. Si analizamos más detenidamente y si las versiones de la vinculación de Herrera y Fernández con el poder político gremial y con el presidente Cacciacane son certeras, no podemos dejar de ignorar que lo del sábado por la tarde no fue más que una emboscada, pergeniada desde los altos mandos del club.
Algo ocurrió. Nadie puede hacer oídos sordos a lo que vimos en la tribuna durante el partido frente a Tendencia y a las denuncias radicadas en la Comisaría Nº 11 de Caballito, por los vecinos del lugar. Alguien deberá responder ante esto. Seguramente los barras no lo harán. ¿Lo hará el presidente?, ¿Lo hará Herrera?. Después de esto, ¿seguirán diciendo que los dirigentes nada tienen que ver con los barras? ¿Realmente no conocen a los violentos? La realidad muestra lo contrario, y las declaraciones de algunos suenan a chiste.

Emilio "el Chango" Herrera (de gorrito celeste con el escudo de La Sinfónica) y Santiago "el Mono" Fernández (de chomba blanca) el último sábado frente a Tendencia. Detrás, las trompetas sonaban como si nada pasó.

FIN.

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