La Sinfónica se acordó a tiempo de ganar y con una actuación descollante de Víctor March, goleó a La Hermana por 7 a 2 y llega a la última fecha con más aire que el resto. El sábado enfrenta a Fantasía, que si gana es campeón, en una definición apasionante.
Pendía de un hilo. Un equipo que hacía tres meses no conocía la victoria, necesitaba ganar para no perder la categoría. Así de antipática era la situación hasta el pasado sábado, a eso de las 14.30hs cuando la pelota empezó a rodar...
Sin La Furia desgarrado, ni Quintana con un esguince, Arusa metió mano a las juveniles y el indicado fue Víctor March, quien ya sabía lo que era defender estos colores. El resto, los mismos nombres que vienen navegando en la máxima categoría de Areia con el objetivo de mantenerse un campeonato más. En frente, un equipo ya descendido pero que analizando sus partidos anteriores, no fueron presa fácil para ninguno de sus rivales. Había que salir a ganar como sea, pues ya no era momento para especulaciones y la calculadora pedía a gritos una victoria. Las noticias de los empates de Ultimatum y Pochoclo le daban a La Sinfónica un motivo más para confiar en que esa era su tarde, y se debía aprovechar. Parece que el equipo no entendió todo esto, pues desde el arranque fue La Hermana el que tuvo el dominio de la pelota y del partido. Tanto, que hasta ahora nos dura el nudo en la garganta que se nos hizo cuando un tremendo sablazo del volante rival se estrelló en el ángulo derecho de Nacho Alvarez Pizzo. A partir de allí, el celeste comenzó a despertar. Lento. Algunas aproximaciones de Anziano, otras de Herrera, y una clarita de Canteli que dió en el palo, hacían parecer que la tarde se tornaba complicada. Promediaba la primera parte, ya con Víctor en cancha en reemplazo de Canteli, Guillermo Casal cruzó mitad de cancha y lo buscó a Emilio Herrera, que se había tirado unos metros más adelante. Éste, con gran clase, dejó dos hombres en el camino y definió de gran manera para abrir el marcador. Un poco de aire, al menos para calmar tanta ansiedad ante tanta presión por obtener un resultado. Pero cinco minutos después, Víctor perdía una pelota en mitad de cancha, y de contra, La Hermana agarró mal parada a la defensa celeste y marcaba el empate. Y otra vez a remar. Cuando se terminaba el PT, apareció el Víctor que todos esperábamos. Aprovechándose de un flojo arquero rival, comenzó a disparar desde todos los ángulos, aunque con poca puntería. En el útlimo disparo de esa primera parte, Víctor sacó un remate mordido de derecha que parecía tener como único destino las manos del uno, pero afortunadamente para los nuestros se metió por entre las piernas y ventaja para La Sinfónica. 2 a 1 y fin del PT.
Para el segundo, la idea era clara: liquidar la cuestión y no tener que sufrir sobre el final, donde luchar la permanencia en los últimos minutos hubiera sido un karma para los que sufren del corazón. Así lo entendieron todos, y de entrada, Emilio Herrera intentó aprovecharse él también del flojo arquero rival y tras un desvío en el defensor, La Sinfónica se ponía 3 a 1. Tranquilidad... por un rato nomás, porque en un descuido en el fondo a la salida de un tiro libre, perdieron una marca y de cabeza, La Hermana descontaba para el 2 - 3. Sería la última pálida para el equipo en lo que quedaba de la tarde, porque a partir de allí, todo fueron goles del celeste: otro gol de Víctor (otra vez desde afuera del área), una avivada para aplaudir de Facundo March (el hermano de la criatura), que no pidió distancia y la acomodó a un palo, un penal bien ejecutado por Canteli que anotaba otra vez y una belleza de Víctor para el final. Un canto al fútbol, de esas jugadas individuales que no hacen más que confirmar que el fútbol es el deporte más lindo de la tierra. Tras pinchar con el pecho y con facilidad un lindo bochazo de su hermano, se elevó con una destreza envidiable y sacó una chilena perfecta para dejarla colgada de un ángulo e inmortalizar esa imágen que quedará para siempre en el recuerdo de todos los allí presentes. Final anticipado por el árbitro, que terminó antes de tiempo un partido que ya estaba más que definido.
Se cumplió con la obligación de ganar. Se soportó la presión de jugar con todos los resultados puestos y se zafó bien de la situación más límite que tuvo el celeste en mucho tiempo. Era una prueba difícil y se superó. Más aun para un plantel que hacía tres meses que no sabía de triunfos, desde aquella victoria por 3 a 1 frente a La Mandarina. Fueron seis partidos, con cuatro derrotas (incluyendo los dos clásicos) y dos empates. Una cantidad de goles recibidos, poco usual para este equipo. Y por sobre todo ese acostumbramiento, inconsciente pero real, al sabor de la derrota. Por todo ello, la parada era complicada. Eran muchos más los rivales internos, propios del equipo, que los siete rivales de enfrente. Pero aun así, se salió airoso. La Sinfónica demostró que está viva, y que el corazón de este equipo todavía late. Al borde de la cornisa, es cierto, y sólo cuando las papas ardían, La Sinfónica se acordó de ganar. Pero nunca es tarde. El sábado vendrá Fantasía, un equipo que lidera el torneo con un punto de ventaja sobre el segundo y que deberá ganar para ser campeón. Enfrente La Sinfónica, un equipo que debe ganar para salvarse de todo. Una definición a pedir de Hitchcok, de Spielberg... Una definición en la que el celeste, llega más vivo que nunca.
FIN.
El partido en números

Sin La Furia desgarrado, ni Quintana con un esguince, Arusa metió mano a las juveniles y el indicado fue Víctor March, quien ya sabía lo que era defender estos colores. El resto, los mismos nombres que vienen navegando en la máxima categoría de Areia con el objetivo de mantenerse un campeonato más. En frente, un equipo ya descendido pero que analizando sus partidos anteriores, no fueron presa fácil para ninguno de sus rivales. Había que salir a ganar como sea, pues ya no era momento para especulaciones y la calculadora pedía a gritos una victoria. Las noticias de los empates de Ultimatum y Pochoclo le daban a La Sinfónica un motivo más para confiar en que esa era su tarde, y se debía aprovechar. Parece que el equipo no entendió todo esto, pues desde el arranque fue La Hermana el que tuvo el dominio de la pelota y del partido. Tanto, que hasta ahora nos dura el nudo en la garganta que se nos hizo cuando un tremendo sablazo del volante rival se estrelló en el ángulo derecho de Nacho Alvarez Pizzo. A partir de allí, el celeste comenzó a despertar. Lento. Algunas aproximaciones de Anziano, otras de Herrera, y una clarita de Canteli que dió en el palo, hacían parecer que la tarde se tornaba complicada. Promediaba la primera parte, ya con Víctor en cancha en reemplazo de Canteli, Guillermo Casal cruzó mitad de cancha y lo buscó a Emilio Herrera, que se había tirado unos metros más adelante. Éste, con gran clase, dejó dos hombres en el camino y definió de gran manera para abrir el marcador. Un poco de aire, al menos para calmar tanta ansiedad ante tanta presión por obtener un resultado. Pero cinco minutos después, Víctor perdía una pelota en mitad de cancha, y de contra, La Hermana agarró mal parada a la defensa celeste y marcaba el empate. Y otra vez a remar. Cuando se terminaba el PT, apareció el Víctor que todos esperábamos. Aprovechándose de un flojo arquero rival, comenzó a disparar desde todos los ángulos, aunque con poca puntería. En el útlimo disparo de esa primera parte, Víctor sacó un remate mordido de derecha que parecía tener como único destino las manos del uno, pero afortunadamente para los nuestros se metió por entre las piernas y ventaja para La Sinfónica. 2 a 1 y fin del PT.
Para el segundo, la idea era clara: liquidar la cuestión y no tener que sufrir sobre el final, donde luchar la permanencia en los últimos minutos hubiera sido un karma para los que sufren del corazón. Así lo entendieron todos, y de entrada, Emilio Herrera intentó aprovecharse él también del flojo arquero rival y tras un desvío en el defensor, La Sinfónica se ponía 3 a 1. Tranquilidad... por un rato nomás, porque en un descuido en el fondo a la salida de un tiro libre, perdieron una marca y de cabeza, La Hermana descontaba para el 2 - 3. Sería la última pálida para el equipo en lo que quedaba de la tarde, porque a partir de allí, todo fueron goles del celeste: otro gol de Víctor (otra vez desde afuera del área), una avivada para aplaudir de Facundo March (el hermano de la criatura), que no pidió distancia y la acomodó a un palo, un penal bien ejecutado por Canteli que anotaba otra vez y una belleza de Víctor para el final. Un canto al fútbol, de esas jugadas individuales que no hacen más que confirmar que el fútbol es el deporte más lindo de la tierra. Tras pinchar con el pecho y con facilidad un lindo bochazo de su hermano, se elevó con una destreza envidiable y sacó una chilena perfecta para dejarla colgada de un ángulo e inmortalizar esa imágen que quedará para siempre en el recuerdo de todos los allí presentes. Final anticipado por el árbitro, que terminó antes de tiempo un partido que ya estaba más que definido.
Se cumplió con la obligación de ganar. Se soportó la presión de jugar con todos los resultados puestos y se zafó bien de la situación más límite que tuvo el celeste en mucho tiempo. Era una prueba difícil y se superó. Más aun para un plantel que hacía tres meses que no sabía de triunfos, desde aquella victoria por 3 a 1 frente a La Mandarina. Fueron seis partidos, con cuatro derrotas (incluyendo los dos clásicos) y dos empates. Una cantidad de goles recibidos, poco usual para este equipo. Y por sobre todo ese acostumbramiento, inconsciente pero real, al sabor de la derrota. Por todo ello, la parada era complicada. Eran muchos más los rivales internos, propios del equipo, que los siete rivales de enfrente. Pero aun así, se salió airoso. La Sinfónica demostró que está viva, y que el corazón de este equipo todavía late. Al borde de la cornisa, es cierto, y sólo cuando las papas ardían, La Sinfónica se acordó de ganar. Pero nunca es tarde. El sábado vendrá Fantasía, un equipo que lidera el torneo con un punto de ventaja sobre el segundo y que deberá ganar para ser campeón. Enfrente La Sinfónica, un equipo que debe ganar para salvarse de todo. Una definición a pedir de Hitchcok, de Spielberg... Una definición en la que el celeste, llega más vivo que nunca.
FIN.
El partido en números
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