NinjAs

A 5' del final, La Sinfónica caía 2 a 1 y descendía de categoría, pero a puro amor propio fue a buscarlo y con goles de Canteli a los 30'y de Herrera en el descuento lo dio vuelta y se quedó en primera para alegría de una multitud que acompañó al equipo. En pleno festejo, Cacciacane y Arusa renunciaron a sus cargos.

Gélida y radiante mañana porteña. El cielo se vistió de gala para el partido más importante de La Sinfónica de los últimos seis meses. O quizás de los últimos años, pues todo el esfuerzo de aquel glorioso segundo semestre de 2009, se ponía en juego en 70' frente a Brigada Z. Injusto para algunos, o quizás la última de 12 chances que tuvo el celeste durante el torneo para justificar porqué debía quedarse en primera. Después de tantas idas y vueltas, de tanto rumor de suspensión del partido, y con más dudas que certezas en la conformación del equipo, La Sinfónica amanecía ese sábado con el sueño de quedarse en primera y regalarse una oportunidad más en la máxima categoría. Enfrente un rival conocido, de historia reciente, que no tenía nada que perder. Un dato que se conocía pero no públicamente era que hasta el sábado, La Sinfónica había jugado dos promociones: una fue con victoria 8 - 2, para mantener la segunda categoría en el apertura 2008 frente a Shithead; la otra, terminó con derrota por 4 a 2 en el clausura también de ese 2008 por el ascenso a la primera división. ¿Sabe ante quién? Sí, Brigada Z.
Mucho público desde la previa. A la hora del inicio, la recaudación ya era récord. Los mismos siete que habían empatado con Fantasía la última fecha (y que habían emaptado también frente a Brigada Z en el torneo anterior), eran los que dispuso Arusa para este partido. Desde el inicio, el control fue del celeste, con Casal siendo la principal salida y con buenas combinaciones entre éste, Anziano, Herrrera y Canteli. Atrás, March se complementaba con un Willy que desdoblaba su función para defender las arcas de Alvarez Pizzo. Las situaciones se empezaron a repetir para los nuestros. Lo tuvo Cristian Torres después de una linda jugada individual, Herrera con algún disparo desviado pero fue Canteli quien más chances tuvo, sobre todo en ese primer tiempo y que por impericia propia, falló en la definición. Parecía que el gol estaba al caer, y cayó nomás. Literalmente, pues Juan Anziano pareció intentar tirar un centro pero la pelota le cayó por detrás al arquero rival que estaba mal parado y gol(azo) para La Sinfónica. Promediaban los 20', y el gol tranquilizador llegaba en el momento justo. Con la ventaja, La Sinfónica continuó igual, y nada hacía parecer que el cero que defendía Alvarez Pizzo podría quebrarse. Pero La Sinfónica parece jugar para los principales guionistas de cine de suspenso. Un error propio e indecisiones en el fondo para rechazar una pelota que no traía mucho riesgo, terminó ingresando despacito al arco celeste para implantar el 1 a 1. Injusto sí, pero fueron los nuestros lo que lo permitieron. El final del PT se acercaba y Canteli seguía errático. Lo tuvo primero de cabeza tras un gran centro de March pero ni él se creyó lo sólo que estaba y la terminó mandando afuera. Luego lo tuvo con una contra comandada por Chango Herrera pero que no la supieron definir. Muchos goles errados, uno sólo convertido y complicidad para el del rival. El saldo de ese PT no arrojaba un balance positivo desde el resultado, pero sí desde el juego, pues sólo bastaba afinar la puntería en la mitad para sellar la permanencia.
Para la segunda mitad, volvía la joyita del club con el ingreso de La Furia Fernández, y tratar de definir la cuestión. El juego se mantuvo igual y las situaciones se repetían sin mucho éxito convirtiendo a la defensa del rival y a su arquero en las figuras del partido. Por la derecha Casal continuaba su labor, a esa altura dedicada pura y exclusivamente a funciones ofensivas, dejando a March sólo como último hombre. A la cancha Agejas en lugar de Anziano y el pibe Alonso en lugar de un fastidioso Canteli. Como siempre, se guardó su protagonismo para la hora del postre. Aún con los cambios, el libreto continuó siendo el mismo pero los goles no llegaban. Casal comenzó a sentir el fragor del ida y vuelta, Alonso y Fernández no conectaban y Agejas no lograba ser salida por su lado. Promediaba más de la mitad de esa segunda parte y la pesadilla se transformó en realidad. Las leyes del fútbol son odiosas pero verdaderas: "los goles que errás en un arco, los pagás en el otro". Y así fue. Con un Casal cansado, no logró cerrar la contra del rival que casi por primera vez en ese ST se animaba a cruzar mitad de cancha, mano a mano y gol de Brigada Z. Durísimo. Quizá el golpe más duro en lo que va del año y un momento de oscuridad absoluta. A sólo 10' del final, La Sinfónica era pura impotencia, caía 2 a 1 y el descenso parecía ser la última estación del viaje. Acostumbrado al sufrir, al sobreponerse ante la adversidad, a que los partidos cuesten lo que un via-crucis, el celeste fue todo verguenza, humildad y amor propio para por lo menos, caer con los pies en la tierra. Casal agotado afuera y adentro Canteli. El hombre de los mil regresos soñaba con convertirse en (más) ídolo de la afición celeste con un gol que por lo menos forjara los penales. En el banco, Herrera textual lanzó: "Entro y lo gano". Con esa promesa reingresó al campo junto con Anziano en lugar de Alonso y Agejas. Arusa se la jugaba el todo por todo y dejaba sólamente a March en mitad de cancha como último escollo para el ataque rival. Torres como mediocampista central, Anziano por un costado y arriba Fernández, Canteli y Herrera. El reloj, antipático, marcaba los 30', y Facundo March tenía un tiro libre cerca del área, de esos que con su pegada, hacen relamer a cualquiera. Sin dudas que era una de las últimas chances para soñar con el milagro o una de las últimas jugadas de La Sinfónica en primera. Zurdazo potente, razante, desvío en el arquero y quién sino él para pararla sobre la raya de cal y empujar al empate. Quién sino el goleador histórico del club para volver a regalarnos alegrías. Quién sino Federico Canteli para hacer olvidar sus yerros durante todo el partido y aparecer cuando más se lo necesitaba. Aún quedaba tiempo. Hasta ahora los penales eran los únicos que asomaban en el horizonte de esta vibrante promoción. Tiempo quedaba, sí, pero también para el rival que lo tuvo en un mano a mano de contra que lo encontró a Alvarez Pizzo casi como líbero arriesgando la ropa y el cuerpo para cortar como los mejores backs centrales de antaño. De esas imágenes que el uno nos regala partido tras partido y que contagian al resto. La inyección de proeza que le faltaba al celeste para aprovechar la última que quedaba. La aguja pisaba los 35' y no había más uñas para comerse. Lo único que restaba era ver cómo el muchachito de la película, el de Catamarca y que había ingresado con la promesa autoimpuesta de ser él quién gane el partido, pise el área, luche con el defensor cuerpo a cuerpo y casi con el último resto de aire y de físico puntee la pelota ante la salida del arquero, pegue en el palo (porque siempre La Sinfónica va darle esa cuota de suspenso) y bese las redes para cumplir con el milagro. Delirio, montonera, gritos, éxtasis. Chango Herrera, ese bombero que nos acostumbró a estas agónicas alegrías, apagó el incendio y regó de felicidad a un club que merecía la primera división.
Parece que el destino empuja los designios de este club al camino del sufrimiento, de que cada logro cueste el doble del esfuerzo que le cuesta al resto de los mortales. Desde hace tiempo que La Sinfónica juega al límite, arriesga demasiado, y sufre proporcionalmente. Pasó con el ascenso y posterior campeonato del año pasado, donde goles agónicos le terminaron dando sendos triunfos. Ocurrió hasta con el invicto, que pendió de un hilo en el último partido frente a Veterans. Yéndonos atrás en el tiempo también encontraremos caminatas por sobre la cornisa, como la del Apertura 09, donde hubo que esperar hasta la anteúltima fecha para salvarse del descenso, todavía en la segunda categoría. Siempre al filo, como si fuera buscado y para que la victoria tenga un sabor más dulce. O quizá porque es un equipo que no saca diferencias desde los resultados pero que las logra desde la fortaleza mental y desde el hambre de gloria que tienen estos diez amigos. Allí seguramente está la clave de este club. En el ver cómo un amigo (y no un compañero) se desdobla en esfuerzos para lograr un objetivo y en el irremediable e inconciente contagio del resto. Jugando bien o jugando mal. Con muchos o pocos goles. Justo o injusto. La Sinfónica gana sus partidos y obtuvo siempre sus glorias con la bandera del sacrificio como principal estandarte y de la amistad y el esfuerzo como imperativos inquebrantables que hacen que este equipo sea el más difícil de vencer. Sin dudas, que es así, y el ejemplo no sólo es el del sábado sino el de todos los días. Felicitaciones muchachos. Da gusto verlos jugar con tantas ganas y derramando tanta amistad en cada pelota. Nacho, Willy y Facu; Juan, Cristian, Chango y Fede; Furia, Santi, Nico, Beto y Oscar. Felitaciones y gracias. Se merecen mucho más que la primera división.
FIN.

El partido en números:




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