La frente en alto, Sinfo

En un partidazo, el celeste le jugó de igual a igual a Don Bosco pero no pudo quitarle el invicto. Con el partido 2 - 2 lo pudo ganar en dos mano a mano pero a 10' del final, los de Bernal metieron el tercero. En el descuento, dos penales por lado pusieron el 4 a 3 definitivo, y a pesar de terminar con uno menos por expulsión de March, el celeste murió de pie.

Casi sin chances reales arriba, salvado de cualquier riesgo de perder la categoría y con la noticia del ABANDONO de su clásico rival Pochoclo, la última motivación del año para La Sinfónica era transformarse en el primer y hasta ahora único equipo que logre vencer a Don Bosco, un equipo que tras dos años de en el Torneo de Areia, no conoce aún el sabor de la derrota. Todo un desafío para un equipo como el celeste, que cuando se lo propone, logra cualquier objetivo a base de esfuerzo y sobre todo humildad. Pregúntenle a Shithead sino, que se comió ocho en el clásico, frente a la mejor versión de este equipo en mucho tiempo. Con las vueltas de Casal y Canteli y con el equipo titular confirmado luego de dos fechas con tanto piberío debutante, el celeste tenía por delante un difícil desafío, pero para este equipo, nunca imposible.
La incógnita era saber qué haría La Sinfónica. Se sabe, los de enfrente saldrían a atacar desde el primer minuto, aprovechando el potencial ofensivo que viene demostrando durante todo el campeonato, y con la urgencia de lograr los tres puntos que lo mantengan en la cima, luego de la victoria de La Vecchia Signora en el turno previo. El celeste en cambio, sin un objetivo claro por delante, vería con buenos ojos un planteo más conservador y delegar en los de rojo las responsabilidades mayores. Nada de eso ocurrió. La Sinfónica tomó coraje, peinó el flequillo y encaró con actitud a la chica difícil del baile, sin importarle el resultado ni un posible cachetazo que lo dejara en ridículo en medio de la pista. Desde el primer minuto, el celeste intentó jugar el fútbol de siempre, apoyándose en el juego de La Furia Fernández y la potencia ofensiva de Nico Quintana, sin descuidar, claro, las arcas de Alvarez Pizzo, con un Pitu Manfredi desdoblándose entre la asistencia a Juan Anziano en mitad de cancha y la complementariedad con la dupla March - Casal que volvían a jugar juntos después de tres partidos. Sin jugadas claras de ningún lado, los nervios parecían estar del lado de los del sur. La Sinfónica, bien parado, y conciente de lo que debía hacer, obligaba al rival a tener en pelotazos largos y sin destino, la única arma ofensiva, viéndose imposibilitados del juego asociado que demostró a lo largo del torneo. A pesar de que fue Don Bosco el que abrió el marcador tras quedar mano a mano frente a Alvarez Pizzo, la realidad no contradice el relato, pues la genial individualidad que derivó en el primer tanto, pareció demostrar que esa era la única manera de vulnerar el cerrojo defensivo de los nuestros. Sin desesperarse, el celeste mantuvo el libreto, y los frutos se vieron enseguida. Tras una falta a Nico Quintana en la puera del área, fue el propio delantero quien tomó el tiro libre y tras un leve roce, su derechazo se clavó razante en el palo de la barrera. Pocos minutos después, una gran jugada colectiva entre Manfredi, Anziano y Quintana derivó en un puntinazo de La Furia Fernández que se clavó en el primer palo para el 2 a 1. La Sinfónica tomaba el rol protagónico del partido y bien que se lo merecía. El rival en cambio, siguió chocando frente a su falta de ideas y todo derivaba en pelotazos largos para que Alvarez Pizzo tranquilice a todos con su mano levantada. Si una individualidad era la única vía que parecía tener Don Bosco, así lo fue también en el segundo tanto, pues el mismo N°3 que en el primer gol había dejado en ridículo a Pitu Manfredi, esta vez hizo lo mismo con Willy Casal y desde el costado izquierdo, para que luego de pisar el área chocara con Alvarez Pizzo y con la complicidad de la tierra que se levantó en plena área chica más el fervor de Pitu Manfredi en rechazar la pelota, le dejó el gol servido al nueve rival para que empuje al gol, en una jugada poco clara y que levantó, además de tierra, alguna que otra polémica. El partido otra vez igualado, y la promesa de que sería un partidazo hasta el final, pues desde el empate en dos y hasta que el pito finalizó esa primera parte, ambos se repartieron chances claras de gol y demostraron un gran nivel en el juego.
El ST comenzó con la misma adrenalina que terminó el primero. Sin cambios en el celeste, fue la propia Sinfónica quien se animó un poco más y tuvo pasados los 10' quizás las dos chances más claras que haya tenido hasta allí y que claramente hubieran cambiado el destino del partido. En la primera, Willy Casal, quien en el primer tiempo se cuidó más de lo que arriesgó, se soltó por la banda derecha y tras llegar con lo justo al fondo, con un centro atrás dejó sólo a Juan Anziano, que con el uno encima no pudo levantar la pelota y desperdició el 3 - 2 casi debajo del arco. Cinco minutos más tarde, otra vez Willy se desprendió por la misma banda y con un pase quirúrgico de Nico Quintana quedó sólo frente al arquero que le quitó el gol tras un derechazo del defensor. Era lo último de Wallace, que tras un largo tiempo de inactividad no aguantó más el ritmo del partido y salió reemplazado por Ignacio Alonso. Con 20' jugados, dos cambios en La Sinfónica que quizás modificaron la historia del partido. Fernández y Quintana, las dos piezas fundamentales en la ofensiva del celeste, eran reemplazados por Ezequiel Manfredi y Federico Canteli respectivamente. Sin desmerecer a los ingresantes, los cambios desordenaron a un equipo que venía teniendo una prolijidad de cirujano hasta ese momento. Don Bosco por su parte, desesperado por convertir el tercero y recuperar la punta del campeonato, comenzó a probar de lejos las manos de Alvarez Pizzo, con disparos que en su mayoría salieron desviados, salvo un par que murieron en los guantes del uno y otro que se estrelló en el ángulo derecho. 'No hay dos sin tres' para algunos, y también lo hubo para el N°3 del rival, que si en el primer tiempo con dos individualidades suyas contribuyó a los dos goles de su equipo, porqué no habría de hacerlo para convertir el tercero. Esta vez la víctima fue Ignacio Alonso, quien no logró detenerlo y fue el propio jugador quien convirtió con un zurdazo inatajable para poner el 3 - 2. Otra vez una individualidad lograba vulnerar la defensa celeste que tras el tercero se desquebrajó por completo, más aún luego del penal en contra por falta de Alvarez Pizzo y la consecuente expulsión de Facundo March, quien hasta allí había logrado borrar de la cancha al goleador del torneo y que tras ver la segunda amarilla por protestar una falta a favor (la primer amarilla también había sido por el mismo motivo), tuvo que dejar la cancha. Con el marcador 4 - 2 tras la conversión del penal y con un hombre menos, todos los presentes esperaban un resultado abultado y que nada explicaría el desarrollo del partido. Pero Pitu Manfredi fue el cabecilla de esas gestas que contagian a todos y generan el orgullo del resto. La Sinfónica, lejos de entregar el partido, fue en busca de un milagro y cerca estuvo de lograrlo. Tras una falta a La Furia Fernández quien había reingresado, El Pájaro Canteli puso de penal el descuento para los nuestros y abría la ventana de la esperanza. Pero esta vez el enemigo fue el tiempo, y quizá algún minuto de menos de adición, que imposibilitó que La Sinfónica tenga su merecido premio. Fin del partido, alegría de los de rojo, y frustación del celeste.
Duele más, es cierto, pero el sábado La Sinfónica eligió chocar de frente contra el equipo más poderoso y difícil del torneo. No por nada, nadie logró aún vencerlo, y hasta se justificaba un planteo conservador. La Sinfónica eligió otro camino, y vaya si complicó el partido. Lejos de quedar en el recuerdo de lo que hubiera sido si entraba la de Juan Anziano o la de Willy, o qué no hubiera cambiado sin los cambios de La Furia Fernández y Nico Quintana, habrá que quedarse con la entrega de un equipo que lo dio todo, que puso en jaque al líder e invicto del torneo, que borró de la cancha a un muchacho que acostumbra a convertir más de tres tantos por partido, que aún con uno menos y perdiendo por dos, no bajó los brazos y siguió yendo a buscar, que le hizo gritar los goles más fuerte que nunca a un equipo que se acostumbró a golear a sus rivales, que terminó con su número 10 a falta de una, con ¡las dos! piernas acalambradas... Un equipo que decidió morir con la suya y murió, pero de pie.

Más allá de la derrota, felicitaciones a todos. Cada sábado me da más orgullo jugar con ustedes.

Changuito, esperemos que esta sea la última vez que te digamos que te estamos esperando, y Pendex, gracias por volver, aunque sea de afuera.
FIN.





1 comentario:

Anónimo dijo...

increible la nota willy sos un crack!!