Después de idas y vueltas, César Fernández arregló su continuidad en La Sinfónica por un año más. El talentoso jugador, al que se le había vencido el contrato en el pasado julio, visitó el consultorio de Cacciacane y renovaron el vínculo. "Ganamos todos", dijo La Furia.
La Furia, la pelota y La Sinfo. Un tándem que seguirá vigente. |
La Furia vive como juega. Escurridizo, hábil, ingenioso. Así fueron las últimas horas del crack de La Sinfónica en cuanto a su continuidad en el club se refiere. Es que La Furia, tal como lo bautizó el plantel del celeste, no tuvo un buen campeonato en el pasado torneo, con más ausencias que presencias, y en los pasillos del club reinaba la incertidumbre en cuanto a su futuro. Incluso el tesorero Daud, había dicho que Fernández estaba "con un pie afuera del club" porque era "imposible pagar" lo que pedía el enganche. Roces con Herrera, hoy afuera del club, habrían aumentado los rumores del alejamiento de Fernández, quien además manejaba otras ofertas. Cacciacane en cambio, se llamó a silencio, al igual que el propio jugador. Aprovechando los fuegos artificiales por el regreso de Alvarez Pizzo y la llegada de un nuevo refuerzo, como el caso de 'Tuli' Santamarina, Cacciacane se comunicó esa misma semana con el jugador y le ofreció de palabra, un nuevo contrato. El pasado jueves, horas después de la presentación de Santamarina, Fernández ser reunía en el consultorio de Cacciacane, que a esta altura, ya parece el cuarto piso de Ideas del Sur. Si lo de Alvarez Pizzo "duró lo que dura un café", parece que alguno de los negoaciadores andaba con sed, porque tras tres horas de reunión, La Furia tomó la lapicera y rubricó un nuevo contrato por el cual se une al club por un año más. La traba más importante y por la cual se dilató la negociación, habría sido el pedido del mandamás de La Sinfo para que La Furia cumpla con un mínimo de partidos, establecidos finalmente en ocho. "Furita seguirá jugando para nosotros y dándonos alegrías a todos. Es lo único que voy a decir. El resto, quedará entre el pibe y yo", sentenció un apurado Cacciacane. Por su parte, el jugador eludió la guardia periodística y escapó por una puerta trasera, y sólo atinó a saludar, sonrisa mediante, a quienes lo vivaban, demostrando una vez más, que vive como juega.
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