Seguramente esta será una de las semanas más turbulentas de La Sinfónica en sus más de cinco años. Cuando todo parecía color de rosa hace menos de 20 días, el color morado de las trompadas tras el empate, se sumaron a la derrota de la fecha anterior. Un punto en los últimos seis y un fixture complicado en las últimas cuatro fechas buscan empañar el final de año de La Sinfo. Si a eso le sumamos los coletazos que está dejando el polémico final del último encuentro, torna aún más oscuro el horizonte. No nos vamos a expedir sobre las sanciones. No es el lugar, ni el ámbito. Sólo diremos que La Sinfónica es un grupo de jóvenes que juegan hace casi veinte años juntos, que patearon baldosas en el Colegio La Salle, que corrieron los césped de infinidad de campos de deportes defendiendo la camiseta del mismo Colegio y que hace cinco años, viciados por esa enfermedad llamada fútbol, formaron este equipo que ya se hizo de un nombre propio en este torneo, más allá de un paso fugaz por NorthChamp. Sólo diremos que es la primera vez que nos vemos inmiscuidos en estos menesteres. Sólo diremos que no nos gusta nada lo ocurrido ni deseamos que se repita. Sólo diremos que La Sinfónica está más viva que nunca, que aunque nos tumben soldados, habrán otros que pelearán el doble. Es el momento de demostrar quiénes somos y lo que vinimos a buscar, de plasmar en un juego como el fútbol, cómo responde un grupo de amigos a las adversidades que se le atraviesan. Estamos más unidos que nunca, más firmes que cualquiera, enfocados en el próximo encuentro al que con los soldados que estén en pie, iremos a luchar con nuestras armas de siempre: el sacrificio, la humildad y las agallas que este grupo tuvo siempre. Llegó uno de esos momentos en el que hay que demostrar un poco más, de callar palabras y gritar actitudes, es la hora de dar el buen sentido de la palabra golpe, de dar ese plus que tiene cada uno vaya a saber dónde y revertir el trance. No nos pidan que nos levantemos, porque no nos han tumbado. Sólo diremos que estamos más enteros que nunca.
Vamos Sinfónica, carajo.
Uno x uno
- Ignacio Alvarez Pizzo: 100% actitud para reemplazar a Rasta en el arco. No tuvo intervenciones espectaculares pero sí desactivó varios mano a mano que no lo fueron gracias a su rapidez de piernas. Voz de mando. Se fue expulsado por doble amonestación.
- Facundo March: Sus espaldas fueron la llave del rival para acercarse a Alvarez Pizzo. No la pasó bien en defensa ante el buen nueve rival. En el ST, justo antes de salir reemplazado, se pierde el 3 a 1 en un mano a mano clarito.
- Guillermo Casal: Muy buen arranque, de él nace el segundo gol celeste. Siempre buscó anticipar. En el ST bajó el rendimiento como el de todos. Párrafo aparte para la arenga y levantar al equipo en un momento crítico del partido tras el 2-3. ¡Volvió el capitán!
- Julián Santamarina: Iba a ir al banco pero a último momento jugó de entrada. Parejito en defensa durante todo el partido. El palo le dijo que no en el PT, y en el segundo, una viveza suya bilardista-pincharrata permitió a La Sinfónica empatar de penal, cuando la derrota parecía inevitable. Tras la expulsión de Alvarez Pizzo, fue el arco. Su mejor versión, la actitud.
- Juan Martín Anziano: A estas horas habrá dejado de correr. Una garrapata en mitad de cancha para defender, y muy inteligente para atacar, tanto que llegó al gol para abrir el marcador en una linda combinación con Casal. En un partido y en una cancha que sacaba piernas, corrió hasta la última pelota. Su mejor partido en el año y en el puesto que a él le gusta. La figura según sus compañeros. A seguir así.
- Emilio Herrera: Participativo, intentó ser el generador de juego y tuvo un discreto resultado. Trató de jugar limpio y ser la pausa que el equipo tanto necesita. Se lo vio cansado físicamente y bajó su rendimiento, tanto que sale lesionado. Desde afuera se lo vio muy nervioso. Esperemos que lo previo al partido no vuelva a repetirse.
- Federico Canteli: Uno de sus mejores partidos, no tanto por los goles (hizo dos después de un par de fechas sin convertir), sino por lo sacrificado de su juego. Entendió el partido, las limitaciones de La Sinfónica y se arremangó para pelearlas todas. Tras la lesión de Herrera, reingresó como mediocampista y superó las expectativas. Aun falta para ver el que todos queremos pero éste es el camino, el del sacrificio.
- Nicolás Quintana: No pesó mucho en ataque. Con su disputa personal, nubló su juego y nunca entró en partido. Esperemos que lo previo al partido no vuelva a repetirse.
- Agustín Manfredi: Colgado por Daud, venía entrenando con la reserva. Sin lucirse con la pelota, fue todo sacrificio en defensa. Un león dentro de la cancha y sobre todo afuera, para bancarnos como siempre. ¿Vuelve para quedarse? Gracias por estar, Pitu.
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