5ta-na y al fondo

En duelo de necesitados, La Sinfo aprovechó dos perlas de Quintana y se dedicó a defender la diferencia y así salir de la promo. El Pájaro Canteli había abierto el marcador con otro golazo. ¡Catenaccio!

Casal y Torres celebran el triunfo. El pelilargo además, cumplió los 100 partidos.

En épocas de vacas flacas, bien vale sacrificar algunos gustos. Pasa en todos los ámbitos, desde lo laboral hasta en las decisiones económicas caseras. El fútbol es un reflejo de la vida y en este caso no es la excepción, porque La Sinfónica atraviesa una de esas épocas y el contexto no permite ciertos lujos. Más aun, si enfrente hay un rival directo como Rossonero, que navega por las mismas tempestades que nuestra Sinfónica por lo que el 'ganar como sea' se transformaba en un valor en sí mismo, que justificaba la ausencia de otros. ¿Cuál fue el resultado? Un partido luchado, trabado, sin tantas llegadas claras y con dos equipos que, temorosos de cometer errores defensivos, sacrificaban el buen juego o una propuesta más arriesgada.
Con el partido así planteado, era claro que aquel que menos se equivocara o el que aproveche las pocas situaciones que tendría a favor, se quedaría con la victoria o el empate amargaría las aspiraciones de ambos. Por suerte y para alegría de los nuestros, fue Nico Quintana, la figura de la tarde, quien amaneció con la puntería afilada y clavó dos grandes goles para sacar la diferencia que se extendería hasta el final. Diferencia que no hubo hasta el final del primer tiempo, pues tras buenos 15' iniciales de La Sinfónica donde incluso encontró la ventaja con una delicia de Canteli, el celeste se quedó y Rossonero emparejó el partido y el resultado, tras dos errores de Anziano en la salida que permitieron al nueve rival quedar de frente a Alvarez Pizzo y poner el 1 a 1. Se repartieron protagonismos casi en mitades iguales. Buenas triangulaciones entre Canteli (que jugó de ocho y bien), Casal (más adelantado pues March se dedicó más a defender) y Quintana, que pivoteaba todas las que le tiraban, hicieron que La Sinfónica tomara la deantera y sea el que a priori fuera en busca del resultado. A partir de los 15', fue Rossonero quien comenzó a empardar el juego y con virtudes del rival y errores propios del celeste, Alvarz Pizzo, sin tener la trascendencia de otros partidos, comenzó a transpirar los guantes, siempre con disparos de larga distancia. Pero en partidos cerrados, donde se juega mucho y se arriesga poco, la pelota parada parece ser el arma más eficaz y la que más se debe aprovechar. Pregúntenle a Nico Quintana sino, que a falta de 3' para el final del PT, la clavó desde 25 metros en el ángulo derecho del arquero, un tiro libre desde la izquierda, pocos metros delante del círculo central. Golazo por donde se lo mire, para poner arriba al celeste y obtener antes del descanso, una diferencia crucial para lo que vendría.
Para el segundo tiempo, la idea de defender lo hecho tomó fuerza. March salía reemplazado por Santamarina y a los 10', un agotado Canteli por tanto ida y vuelta, generaba el tercer regreso de Pitu Manfredi a la primera de La Sinfónica. De los seis jugadores de campo, cinco eran de cualidades defensivas, y sólo Nico Quintana aparecía como la única opción en ataque. ¿Para qué pretender lujos y excentricidades cuando no hay mucho dinero en el bolsillo? Así pensó el celeste y vaya si le salió bien. Bien parado atrás, con un Cristian Torres que mostró un oficio y un temple de altas proporciones en su nuevo rol de marcador central, más la entrega de Santamarina y Casal por las bandas y un doble cinco formado por Anziano (bien en defensa) y Manfredi, La Sinfónica conformó un cerrojo que se mostró casi invulnerable y que salvo dos salvadas de Willy Casal, Rossonero no tuvo de otras chances para empatar el encuentro. Para colmo, promediando la mitad de esa segunda parte, la única carta ofensiva de los nuestros cortó una salida del rival y desde afuera del área castigó un derechazo bajo y razante para poner un 3 a 1 que significaba un manantial en pleno desierto. Con la tranquilidad por el resultado, March reingresaba en reemplazo de Juan Anziano, y Torres se reubicaba como volante central, siempre con la idea de hacerse fuerte de atrás para adelante. De contra, La Sinfónica tuvo varias para quedar en mayoría a pocos metros del arco rival, pero falló en la estocada final y no pudo ampliar la ventaja. El tiempo que el celeste estiró como un chicle durante todo el segundo tiempo, el pito lo hizo recuperar con creces, dilatando el grito ahogado de victoria tras dos derrotas consecutivas.
Hay partidos y partidos. Están aquellos en los que el rival permite ciertos lujos, o que el contexto del campeonato habilita a una mayor amplitud en el repertorio y ciertas licencias son permitidas. Otros, en cambio, son aquellos que no dejan margen para el lujo, y los dientes apretados y un juego más conservador son las armas más loables para lograr un buen resultado. El del sábado, no sólo era de dientes apretados, sino que la victoria era el único resultado posible y en el 'como sea' todo estaba permitido, menos el error. La Sinfónica lo entendió, lo jugó de tal manera y hasta apeló a todas las mañas conocidas del fútbol, esas que siempre se le reclama y que hasta a veces parecen no conocer. Cortar el juego, estirar el reloj hasta más no poder, cambiar pelotas, caminar los cambios... Es otra escuela, es cierto, pero celebremos que La Sinfónica demostró que la conoce y en tiempos donde el descenso y la promoción apremian, bienvenida sea.



1 comentario:

Anónimo dijo...

william espectacular cada vez que leo tus notas al final se me eriza la piel son un fenomeno