Miralo a Don Barriga

El celeste ganó una final por el descenso y se acomoda de cara a lo que viene. Fue 1 a 0 a Rondamón con una perla del Tuli Santamarina. Tras haber sido discriminado, March la rompió y salvó en la línea la última del partido.


Tuli Santamarina quebró el cero con un golazo.

Si quince días atrás decían que La Sinfónica se jugaría su pasaje o no a la promoción en la ante última fecha y sin Casal, Quintana ni Canteli, el panorama hubiese sido bastante desalentador. Canteli lesionado, Quintana entre algodones y Casal ausente nuevamente por cuestiones personales, eran tres agujeros difíciles de llenar en cualquier circunstancia, y mucho más en un partido como el último, frente a un durísimo rival y con tanto en juego. Con Quintana desde el banco, Santamarina otra vez en reemplazo de Wallace y Andrés Campanella, un juvenil debutante en lugar del goleador Canteli, el celeste encaró emparchado el partido más importante del campeonato.
Desde el arranque se vio lo que se esperaba: un partido más luchado que jugado, y un dolor de ojos para los que no hinchan por ninguno de los dos equipos. Entre tanta pierna fuerte, imprecisión y pocas situaciones de gol, fue La Sinfónica quien mejor se mostraba plantado en cancha, con un mayor orden y una solidez gravitante pese a que era la primera vez que esos siete nombres se juntaban dentro de un campo de juego. Rondamón, en cambio, la única alternativa que mostró durante toda la primera parte y que se prolongó a la segunda, era el bochazo frontal en busca del robusto delantero centro, a la pesca de algún rebote cerca de las arcas de Alvarez Pizzo. Para desgracia del rival, Torres y March estaban en esos días en los que le salían todas y hasta los rebotes le quedaban a favor de una dupla central que funcionó casi a la perfección. Arriba, la cosa era más rebuscada, con una Furia Fernández que no encontraba como hacerse manija y un Campanella que a puro empuje intentaba colarse entre tanta pierna rival sin mucho éxito. Anziano y un trabajo desdoblado de Santamarina le ponían esa cuota de sacrificio y entrega para mantener el orden en el fondo e intentar satisfacer las necesidades ofensivas. A los 30', las ansias de quebrar el cero pudieron más, y el ingreso de Quintana era una tentación. El sacrificado no sería otro que el juvenil Campanella, que si bien no desentonó tampoco pudo demostrar la clase y distinción de su juego, del que tanto se habló en la previa y con el que brilla en las categorías menores. La justificación del ingreso de Nico Quintana no se hizo esperar, pues en las dos primeras chances que tuvo de hacerse con el balón, dejó de cara frente al arquero a La Furia Fernández en una y falló él mismo en la otra, presagiando otro tarde brillante para el delantero con la 14 en la espalda. Sin embargo, había un obstáculo más para sortear para el celeste: en la segunda de esas jugadas, Quintana sintió trabarse su rodilla derecha y aunque probó unos minutos más, el partido se terminaría para él, a menos de 10' de haber ingresado coincidiendo además con el final de ese chato primer tiempo.
Tras el trago amargo de haber conocido en el entretiempo la noticia de la lesión de Quintana, los jugadores del celeste salieron con una carga aún mayor pues sabían de la ausencia del delantero del momento para lo que restaba del partido, y con la obligación de quebrar el cero. En lugar de Nicolás, ingresaba otro debutante en el campeonato, pero no en La Sinfónica, pues ya sabía lo que era ponerse la celeste. Se trataba de Juan Manuel March, primo del capitán Facundo y juvenil de basta trayectoria en el club, sin tantas chances en la primera. Claro que no iría a ocupar la misma posición que dejaba Quintana, sino que junto a Anziano armaron un doble cinco en mitad de cancha y dejaban a La Furia Fernández como único delantero, mientras que en el fondo, se mantenía la dupla Torres - March, acompañados de un Tuli Santamarina que hacía las veces de lateral y carrilero, siempre por la banda derecha y que parecía la única carta ofensiva junto a Fernández, y el único capaz de quebrar la monotonía del partido. Y así fue. El hincha de Estudiantes arriesgó en una salida, y desde su propia área cruzó la frontera y se mandó como wing para juntarse con La Furia Fernández, que le devolvió una caricia para ponerlo de cara al uno rival y definir como si viviese del gol para poner el 1 a 0, promediando los 20'. Un golazo que quebraba no sólo el resultado, sino también el chato desarrollo del partido. Con el gol, el doble cinco Anziano - 'Manolo' March se tornaba aún más necesario y las subidas de Santamarina comenzaron a escasear. En frente, Rondamón todavía sin ideas, acentuó su carta ofensiva y los bochazos largos llovieron en el área de Alvarez Pizzo que a puñetazo firme y acompañado por Torres y March que ganaron todo de arriba, evitaron mayor peligro que un rebote que dio en el travesaño y un rechazo de Facundo con lo justo, en las dos únicas vacilaciones del celeste en lo que quedó del partido. El resto de los minutos, La Sinfónica toda se encargó de despilfarrarlos con las mañas que reclamábamos hace un año y que ahora parecen ya incorporadas en el ADN de un equipo aprendió que el fútbol no sólo se construye con goles.
La Sinfónica volvió a ganar una final, como esas que siempre tiene bajo la manga cuando la soga comienza a apretar. Esta vez incluso, los obstáculos fueron mayores, con tanta ausencia y tanto 'parche' a un equipo que terminó siendo completamente nuevo pero que mostró la actitud de siempre y ese plus que se necesitan en estos partidos en los que se juega tanto. Los 'nuevos' jugaron como si lo hubiesen hecho siempre y no hizo falta explicarles lo que se estaba jugando La Sinfónica. El resto, la vieja guardia, curtido de tanto partido clave, levantó el nombre de un equipo que sabe a qué apunta, que entiende el momento y que a pura maña y sacrificio, sorteó las lesiones y los momentos personales para sobreponerse ante la parada más brava que tuvo hasta acá. Queda una, la última, y frente a escolta del campeón, con los resultados más a favor que en contra. Las posibilidades son muchas, y más allá de que con sólo un empate el celeste se salvaría de todo, también hay que señalar que una derrota por amplio margen mas alguna otra combinación de resultados lo pondrían en promoción. Sea cual fuere el destino de este equipo dentro de siete días, estemos tranquilos, porque con partidos como el último quedó demostrado que juegue quien juegue y por más obstáculo que le pongan en frente, la mística de este equipo siempre dirá presente. Vale la felicitación a los nueve que jugaron.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Vamos la sinfoo, el sabado estaremos ahí apoyando y haciendo fuerza para que safemos de todo.
Si no hay sufrimiento no es la sinfo !!!